Día Internacional sin Dietas: la delgada línea entre los cánones de belleza y los trastornos alimentarios
Cada 6 de mayo, desde 1992, se celebra el Día Internacional sin Dietas. La iniciativa de la feminista británica Mary Evans Young fue luchar contra la industria de productos dietéticos y alertar al mundo sobre los peligros de la anorexia nerviosa y otros desórdenes alimentarios.
Asimismoviene remarcando en varias de sus notas que “las dietas mágicas, extremadamente bajas en calorías, excluyentes de hidratos de carbono, que suprimen las harinas, etc. alteran totalmente el vínculo con la comida, tan necesario y tan importante, y dejan a un lado cuál es el sentido real de comer”. Además, los especialistas coinciden en que la restricción excesiva es el telón de fondo de los
Infobae viene remarcando en varias de sus notas que “las dietas mágicas, extremadamente bajas en calorías, excluyentes de hidratos de carbono, que suprimen las harinas, etc. alteran totalmente el vínculo con la comida, tan necesario y tan importante, y dejan a un lado cuál es el sentido real de comer”. Además, los especialistas coinciden en que la restricción excesiva es el telón de fondo de los trastornos alimentarios, cada vez más frecuentes.
A esto se suma el hecho de que la pandemia por COVID-19 disparó los trastornos de la conducta alimentaria, que se presentan a edades cada vez más tempranas.
“La pandemia generó un aumento de todas las enfermedades psiquiátricas en todo el mundo. Y los trastornos alimentarios están dentro de este grupo de enfermedades”, comenzó a analizar ante la consulta de este medio la médica pediatra especialista en Nutrición, Irina Kovalskys (MN 80.503), para quien “adicionalmente, la pandemia ha sido particularmente difícil para los adolescentes, edad en la que suelen comenzar los trastornos de la conducta alimentaria”.
En opinión de la directora de la Revista Actualización en Nutrición de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), si bien no hay cifras de prevalencia de estos trastornos en el país, “los casos parecerían haberse estabilizado un poco respecto del pico post pandemia; el aumento de casos durante la pandemia produjo mayor concientización por parte de sociedad respecto de la existencia de los trastornos alimentarios, ya que hubo mayor comunicación en los medios y mayor información disponible, lo que facilitó la anticipación en las consultas en los últimos tiempos”.
Para la licenciada en Nutrición Agustina Murcho (MN 7888), “los trastornos alimentarios siguen en aumento porque cada vez hay más disparadores”. “Las redes sociales y también los profesionales que promueven conductas nocivas a sus pacientes y sus seguidores, hacen que se disparen trastornos alimentarios en personas vulnerables -consideró la especialista en trastornos alimentarios-. Además, las redes sociales promueven la comparación, se muestran permanentemente cuerpos hegemónicos, se comparten dietas, consejos peligrosos, y hacen que quienes tienen baja autoestima, copien estas conductas peligrosas para su salud. Es preocupante también que se están viendo trastornos alimentarios en niños, a quienes a edades cada vez más tempranas se ve preocupados por su cuerpo, por la comida”.
Cuáles son los trastornos más comunes
“En la adolescencia, los trastornos alimentarios que cursan con restricción de la ingesta son los más comunes y en primer lugar se ubica la anorexia nerviosa”, señaló en este punto Kovalskys. Para ella, “la etiología de los trastornos alimentarios es multifactorial, eso quiere decir que hay causas de diferentes orígenes”.
Y enumeró: “Causas biológicas propias de los individuos como la predisposición genética, el sexo (la relación varón mujer es 1:9), factores psicológicos individuales como las personalidades con tendencia a la perfección, los disturbios en la imagen corporal, las personalidades con menor capacidad de frustración, etc., los factores psicosociales y allí podemos nombrar los ambientes con mayor exigencia por la belleza o la imagen corporal, la cultura, la idealización por la delgadez, los individuos que viven en ambientes socialmente privilegiados, etc., y por último los factores conductuales como las dietas extremas, la desnutrición, el deseo de restricción, y las dietas desbalanceadas”.
María Laura Santellán es licenciada en Psicología (MN 18841) e integra la Primera Unidad para el Tratamiento de los Desórdenes Alimentarios en Coronel Pringles. Según su mirada, “los trastornos más comunes hoy por hoy se pueden diferenciar por edad”.
“Los trastornos más de carácter restrictivo, estrictamente estas conductas disfuncionales que llevan al no comer o al comer muy poco, están más asociadas a la primera adolescencia -señaló-. Aquí encontraríamos cuadros como la anorexia nerviosa o trastornos afines a la anorexia nerviosa que tal vez cursan con un peso no tan bajo, pero que presentan a nivel cognitivo y emocional, las mismas características que la anorexia nerviosa como cuadro. Mientras que en los grupos etarios más grandes, más cercanos a la adultez, se encuentran más casos de bulimia nerviosa, desorden por atracones, comorbilidad con depresión y con la bulimia nerviosa, esta comorbilidad es muy común”.
Y tras asegurar que “se está viendo que los inicios de los cuadros más restrictivos de la conducta alimentaria se dan en niños y adolescentes entre los 12, 13 o 14 años”, la especialista sostuvo que “si bien es cierto que cada vez la cultura lleva a una mayor indiferenciación entre géneros, siguen siendo aún las mujeres las más afectadas por los trastornos de la conducta alimentaria”.
A su turno, Murcho aportó que “el trastorno por atracón es uno de los más comunes, y poca gente sabe que lo tiene, y hasta se normaliza”. “Se trata de atracones de manera frecuente -describió-. Esto sucede cuando se come un exceso de comida (más de lo necesario para todo un día) en un periodo corto de tiempo, con sensación de descontrol, culpa, asco, vergüenza”.
Destacó el hecho de que se normaliza “porque es muy común escuchar comentarios como ‘me cuido toda la semana y el fin de semana me doy atracones’”. Y enfatizó: “Aunque no toda persona con trastorno por atracón hace esto, porque están quienes los tienen en la semana e incluso todos los días, pero es cierto que se escucha mucho esa frase, y puede llegar a ser un problema”.
“También es muy común el trastorno alimentario no especificado, también conocido como TANE, que sus características no entran dentro de un trastorno específico, sino que se presenta con varios síntomas de cada uno, pero no con la frecuencia que se necesita para llegar a cierto diagnóstico -agregó Murcho-. El problema está en que como no se ven ‘tan graves’ no se toma como un problema, lo cual es peligroso”.
“Esta multifactorialidad en la etiología, o sea en la causa de los trastornos alimentarios, provoca que, chicos y adolescentes con mayor vulnerabilidad a desarrollar un trastorno alimentario encuentren en las dietas restrictivas un disparador para su desarrollo, adicionalmente, cuando varios factores predisponentes confluyen se instala el trastorno”, remató en este punto Kovalskys.
—¿Por qué las dietas no sirven?
—Kovalskys: La conducta restrictiva respecto de la alimentación favorece tres situaciones que, a la larga, terminan dañando la salud. Por un lado, el descontrol alimentario posterior a la restricción, en segundo lugar, conductas compulsivas frente a la alimentación y por último, un mayor consumo de alimentos “prohibidos” en ausencia de hambre. Estamos frente a una cultura muy foodie que nos expone a alimentos apetitosos en redes sociales, en los medios, y son cada vez más las opciones disponibles mientras que, por otra parte, le decimos a nuestro cerebro “no comas”, “eso no es para vos”, “está prohibido”.
En la adolescencia, estos mensajes contrapuestos entran en conflicto generando mayores niveles de ansiedad, mayor nivel de deseo por los alimentos considerados prohibidos y al mismo tiempo una sensación de culpa muy difícil de manejar.
— Murcho: Las dietas no sirven porque son un tipo de alimentación donde se restringen calorías, placer y nutrientes. Suelen prometer “magia”, cierta cantidad de kilos bajados en cierto tiempo, prometen no recuperarlos y no pasar hambre. Pero principalmente las dietas no sirven por tres razones:
1- Restringen calorías. Muchas dietas se basan en la restricción calórica, lo que significa que se reduce la cantidad de calorías que se consumen en un día. Esto no se puede mantener a largo plazo porque es difícil y conduce a una sensación constante de hambre.
2- Tienen fechas de caducidad. Tienen un principio y un fin por eso no sirven porque una vez que las dejamos volvemos a recuperar peso y antiguos hábitos alimenticios. Lo mejor es generar un nuevo hábito alimentario acorde a nuestro estilo de vida sin privar alimento.
3- No se centran en un cambio de estilo de vida. Una dieta es una solución a corto plazo, pero para lograr un cambio duradero, es necesario adoptar un estilo de vida saludable. Esto incluye hacer cambios en la forma en que se come y se ejercita de manera regular.
En resumen, para lograr un cambio a largo plazo, es importante adoptar un estilo de vida saludable y sostenible que incluya hábitos alimenticios saludables y actividad física regular.
– Santellán: Las dietas restrictivas ya son desde hace mucho tiempo consideradas un factor predisponente para el desarrollo de los trastornos alimentarios. La realidad es que si a esto se le agregan los factores desencadenantes, como por ejemplo altos niveles de estrés o condiciones ambientales que fueron tan adversas para los jóvenes como fue el momento de la pandemia, el factor desencadenante funciona como un gatillo para que se desarrolle el trastorno de la conducta alimentaria.
Pensemos que este tipo de trastornos siempre implican un desorden psicopatológico. Desde el momento que inicia el cuadro, esa persona comienza a estar sujeta a pensamientos que le son, en un punto, involuntarios, intrusivos, ansiógenos, que le generan altos niveles de ansiedad porque requieren ser cumplidos y con la insatisfacción de la imagen corporal sucede esto en los trastornos alimentarios.
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A modo de conclusión y mensaje final, Santellán enfatizó que “las personas que padecen este tipo de trastornos presentan altos niveles de insatisfacción con su imagen y el mandato subjetivo no compartido, porque generalmente no es que realmente su cuerpo no se vea bien, sino que comienzan una búsqueda incansable e insalubre por tener ese cuerpo deseado”.
En este punto, para la especialista, “los modelos que se presentan hoy tan fácilmente a nivel de las redes sociales combinado con un fácil acceso a información acerca de dietas se vuelven un cóctel que favorecen relaciones poco saludables con la alimentación”. “Pero sobre todo, lo más nocivo -para ella- es esta ilusión de lo accesible que puede llegar a ser tener un cuerpo tan delgado como los que ven, o tan musculosamente marcados como los modelos explícitos de belleza que consumen”.
“Entonces, la realidad es que hay mucha información en este momento, mucha información al alcance de todos, pero no siempre esa información es válida, no siempre es genuina, sobre todo, no siempre es a favor de la salud -analizó Santellán-. Muchos de los mensajes que aparecen en las redes, junto con las diferentes formas de lograr esos modelos estéticos socioculturales altamente inaccesibles, son poco saludables en cuanto a peso y cantidad de horas dedicadas al ejercicio”.
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