Ciberacoso o grooming: de qué forma la violencia digital afecta la salud mental de las infancias
Internet es parte integral en la vida de los niños, niñas y adolescentes y aunque ellos, por ser nativos digitales, adquieren grandes habilidades técnicas desde muy pequeños, sus capacidades para lograr seguridad, hasta hoy, son insuficientes.
Así como un niño o una niña logra ser seducido y engañado por los pederastas en ámbitos intrafamiliares y extrafamiliares, también son captados por los pedófilos y pederastas digitales. Internet ha aportado una nueva forma de ser y estar en el mundo. La pandemia y su concomitante aislamiento en todos los países aceleró ciertos procesos que, tarde o temprano llegarían: desde tomar clases a través de plataformas digitales, tener citas médicas, hacer nuevos amigos, asistir a una función teatral y hasta aprender a tocar un instrumento.
El mundo entero se digitalizó en algunos casos para bien y, en otros, para mal.
Este aumento del tráfico y el tiempo en línea profundizó una nueva variante de agresiones y delitos relacionados con la integridad física, psicológica e intelectual de todas las personas, especialmente de los niños y niñas, que ya venían ocurriendo.
La palabra ciberacoso se utiliza de manera general para definir una serie de prácticas que provocan formas de abuso y agresión.
El ciberacoso es el acoso que tiene lugar en dispositivos digitales, como teléfonos celulares, computadoras y tabletas. Puede ocurrir mediante mensajes de texto y aplicaciones, redes sociales, foros o juegos donde las personas pueden ver, participar o compartir contenido. El ciberacoso incluye enviar, publicar o compartir contenido negativo, perjudicial, falso, o cruel sobre otra persona. Esto puede ser compartir información personal o privada sobre alguien más, provocándole humillación o vergüenza.
Algunos acosos por Internet pueden configurar un comportamiento ilegal o criminal.
Los lugares más comunes donde ocurre el ciberacoso son:
– Redes sociales, como Facebook, Instagram, Snapchat y Tik Tok, etc.
– Mensajes de texto y aplicaciones de mensajería en dispositivos móviles y tabletas
– Mensajería instantánea, mensajes directos y chats por Internet
– Foros en Internet, salas de chat y tableros de mensajes, como Reddit
– Comunidades de juegos en Internet
El grooming
Un delito que existía pero creció exponencialmente durante el aislamiento es el grooming. Se trata de abuso sexual. El el acosamiento y/o abuso sexual de una persona adulta hacia una niña, niño y/o adolescente a través de Internet. El agresor busca persuadir para crear un vínculo de amistad y, de esta manera, lograr un acercamiento que, generalmente, le permita obtener imágenes y/o videos con contenido sexual y/o erótico e inclusive un posible contacto físico para abusar sexualmente de la víctima.
En Argentina, el grooming es un delito penado por la Ley N.° 26.904 e incluido en el Código Penal en el año 2013.
Micaela Ortega, tenía 12 años fue asesinada en abril de 2016 luego de ser engañada a través de las redes sociales por Jonathan Luna quien fue condenado a perpetua por femicidio en el primer juicio por grooming seguido de muerte en Argentina.
Micaela Ortega salió de su casa en Bahía Blanca, engañada por el pederasta de 26 años, El criminal la había engañado haciéndose pasar por una niña de su misma edad desde su falso perfil de Facebook. Micaela no regresó y el 28 de mayo, más de un mes después de su desaparición, fue encontrada asesinada en un descampado en las afueras de la ciudad.
En Argentina, según las estadísticas de la línea 137 (N. del E: destinada a brindar contención, asistencia y acompañamiento a víctimas de violencia familiar y/o sexual y de grooming), durante el aislamiento (ASPO) entre 20 de marzo y el 31 de octubre de 2020, las consultas en relación al delito de grooming aumentaron un 133% respecto al mismo período del año 2019.
– 79% de las víctimas de grooming fueron femeninas
– 21% de las víctimas de grooming fueron masculinas
– 65% de las víctimas de grooming tienen entre 12 y 17 años
– 35% de las víctimas de grooming tienen entre 6 y 11 años
Algunas estadísticas en el mundo:
– El 33% de los jóvenes de todo el mundo sufre acoso online
– El 70% de los estudiantes con alguna discapacidad física declara haber sufrido ciberacoso
– Las chicas tienen 1,3 veces más probabilidades de sufrir ciberacoso que los chicos.
– El 49% de los estudiantes LGBTQ+ ha sufrido ciberacoso
– En 2019, casi el 18% de los estudiantes denunció haber sido objeto de ciberacoso en los Estados Unidos.
Así actúan los pederastas en internet
El modo de comportamiento de los pederastas digitales son los siguientes:
– Suelen crear un perfil falso en redes sociales, aplicaciones, videojuegos multijugador u otro medio social.
– Se hacen pasar por una persona de menor edad para generar confianza y tener una relación de amistad con niñas, niños o adolescentes.
– Luego, le pide a la víctima fotos o videos con contenido sexual.
– Cuando lo consigue, chantajea y amenaza a la niña, el niño o el adolescente con hacer público ese material si no envía nuevas fotos o videos o si no acepta un encuentro personal.
Juan llegó a la consulta porque no podía prestar atención en la escuela, según sus papás, no quería hacer nada de nada. Todo el día tirado en la cama mirando el celular. Tenía 14 años.
Entró al consultorio escondido bajo su capucha y con las manos en los bolsillos, se sentó en el sillón y su cuerpo se fue resbalando poco a poco, hasta quedar literalmente acostado. Miraba el celular y contestaba “sí”, “no” , “no sé”. Apático.
Luego de varias sesiones relató cómo conoció a Jorge, que era un poquito más grande que él, por la web, en un juego, que le fue contando su vida y era el único que lo entendía. Juan no le había dicho a sus papás acerca de su orientación sexoafectiva, pero a Jorge, sí. Después vinieron las fotos que Juan mandó por la insistencia de Jorge, para que no se enoje. Porque cuando se enojaba no le hablaba por varios días y lo amenazaba con que le iba a mandar las fotos a su papá. Juan empezó a darse cuenta de que era mucho más grande, quizá como su papá y no supo qué hacer, ni a quien contarle porque “todo era culpa de él, de él mismo, que mandó las malditas fotos”, así decía. Juan se deprimió, a los 14 años.
La posición de poder en la que se encuentra el pederasta se refuerza por su adultez y por la vergüenza que siente la niña, niño o adolescente al enterarse de que se expuso ante alguien más grande que puede hacer público el material privado.
Si el pederasta logró una relación de confianza, puede que los niños, niñas o adolescentes accedan a un encuentro personal.
En otras ocasiones, obtiene fotos o videos sexuales de la víctima sin necesidad de contacto previo, mediante el robo de contraseñas, hackeo de dispositivos o de cuentas. Posteriormente, inicia el período de chantaje.
El grooming puede derivar en otros graves delitos como la explotación sexual comercial a través de la mal llamada pornografía infantil, trata de personas, homicidio/femicidio.
En una investigación realizada en 2020 en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), España, acerca de seguridad y protección digital de la infancia en ámbitos escolar y población preadolescente, lograron pesquisar que el alumnado de manera similar en todas las edades y en ambos sexos menciona riesgos y conflictos de convivencia ligados al ciberacoso: robo de identidad, utilizar y publicar información con el objetivo de dañar, modificar y difundir fotografías personales con el fin de perjudicar e, incluso, recibir amenazas. Además, la población preadolescente ( 4°, 5° y 6° grado) no solo conoce el riesgo a nivel teórico, sino que lo asocia a experiencias personales y/o a testimonios cercanos.
Los alumnos y alumnas participantes relataron haber sido víctimas de diferentes tipos de acoso en la red: el 4,39% había sufrido el robo de identidad en línea; el 4,03% había recibido o visto publicaciones cuyo objetivo era perjudicarlo; el 3,66% había recibido o había visto publicaciones desagradables sobre familiares y amistades y, el 1,83% ha sido amenazado mediante medios digitales.
Al analizar situaciones difíciles en la red mencionan las posibles consecuencias del sexteo, y el contacto con desconocidos o ciberengaño pederasta como peligros asociados al uso de Internet, en muchas ocasiones debido a conflictos vividos por ellos mismos.
Los niños y niñas manifiestan conocer los riesgos de internet y aseguran estar prevenidos para protegerse, pero ciertas prácticas de uso ponen en duda su capacidad de autocuidado.
Por ejemplo, el 19,44% de los alumnos dice tener perfiles públicos y el 28,35% no sabe si su cuenta es privada o pública, pero desconocen cuáles son y/o cómo se modifican las opciones de privacidad de las aplicaciones.
Todos saben que al publicar una foto se pierde todo el control sobre la misma, pero intercambian fotos a diario por WhatsApp con amigas y conocidos.
“En ese sentido, la población preadolescente cree que la correcta gestión de la privacidad se basa en la apariencia de la persona protagonista, porque si en la foto sales bien, enviarla o publicarla no es peligroso” (Educar 2020).
A pesar de estos riesgos tan cercanos los niños y niñas no se encuentran preparados para hacer frente ni a las diferentes formas de agresión ni a los crímenes, ni presencial ni digitalmente, y por eso son sujetos de especial protección. Resulta ineludible prestar especial atención a las vivencias relacionadas con el amplio abanico del ciberacoso y crímenes digitales.
Los niños, niñas y adolescentes se enfrentan a un gran desafío: desarrollar nuevas competencias digitales de protección. Para ello, se necesita información, atención y ayuda del mundo de los adultos.
Para prevenir y luchar contra este delito penal, a través de la ley N°27.590 “Mica Ortega” se creó Clic Derechos – Programa Nacional de Prevención y Concientización del Grooming o ciberacoso contra niñas, niños y adolescentes.
*Sonia Almada: es Licenciada en Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Magíster Internacional en Derechos Humanos para la mujer y el niño, violencia de género e intrafamiliar (UNESCO). Se especializó en infancias y juventudes en Latinoamérica (CLACSO). Participa como divulgadora de temáticas de infancias y juventudes en diferentes medios de comunicación. Fundó en 2003 la asociación civil Aralma desde donde impulsa acciones para la erradicación de todo tipo de violencias hacia infancias y juventudes y familias. Es autora de La niña deshilachada, sobre prevención de las violencia sexual en la infancia; Me gusta como soy, sobre prevención del acoso escolar de literatura LIJ y " La niña del campanario " una obra de no-ficción.
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