Qué secretos esconden las “zonas azules” y por qué sus habitantes pueden vivir más de 100 años
Las “Zonas Azules” son regiones del mundo donde sus habitantes son centenarios, pero sin hacer un cuidado especial de su salud. En estos lugares, las personas superan en décadas la expectativa de vida del resto del mundo. Aquí se pueden encontrar octogenarios, nonagenarios y muchos centenarios, e incluso algunos supercentenarios (personas que han alcanzado los 110 años). Además, los índices de enfermedades coronarias, de cáncer y de demencia senil son sensiblemente inferiores a los del resto del mundo.
La novedad es que estas áreas no solo están libres de enfermedades, sino que se ha descubierto que sus habitantes tienen mejores índices de bienestar mental.
¿Cuáles son las Zonas Azules? Se trata de Loma Linda, en California; la península de Nicoya, en Costa Rica; Vilcabamba, en Ecuador; Cerdeña, en Italia; Caucasia, en Georgia (en la ex Unión Soviética); Hunza en Pakistán y la península de Okinawa, en Japón.
Se trata de lugares donde los habitantes trabajan la tierra, hacen largas caminatas, siguen una alimentación saludable (porque comen lo producen), beben alcohol muy moderadamente, se acuestan temprano y se levantan temprano, pero a la vez tienen mucha vida social.
La doctora Natividad Olivar, jefa de la División de la Unidad de Psico-socio-rehabilitación del Hospital de Clínicas de la UBA (MN 137897), explicó a Infobae: “La longevidad de los habitantes de las Zonas Azules se debe a varios factores entre los que se encuentran una dieta adecuada, la actividad física, vivir en comunidad y el manejo del estrés, entre otros. Estos implican un estilo de vida saludable que se ve reflejado en un bienestar físico, con baja incidencia de patologías crónicas y, en consecuencia, aumento de la esperanza de vida”.
“Sentirse bien físicamente influye en forma directa sobre la salud mental, ya que permite manejar de forma más adecuada los sentimientos de tristeza o ansiedad, en el caso de que se presenten. Hace que podamos enfocarnos con mayor claridad y ocuparnos de resolver aquellas cuestiones que nos generan molestia o displacer”, expresó la médica.
Por su parte, el doctor Ismael Calandri, (MN 133. 008), miembro del Servicio de Neurología Cognitiva de Fleni, afirmó a Infobae: “Antes que nada, conviene aclarar algunos aspectos con respecto a las Zonas Azules; representan un capítulo importante de las investigaciones sobre envejecimiento saludable porque pueden ser la clave para intervenciones exitosas, pero los mecanismos intrínsecos que han generado esto, permanecen parcialmente inciertos”.
“Que muchas personas de una misma región presenten un envejecimiento saludable nos obliga a pensar que parte de la responsabilidad de esto radica en el ambiente (la dieta, la cultura e incluso la geografía que obliga, o no, a un estilo de vida más activos), pero también es innegable que individuos que viven en una región suelen compartir parte de su acerbo genético”, indicó el experto.
Y continuó: “Ahora si miramos desde una perspectiva globalista las Zonas Azules, localizadas en Italia, Grecia, Costa Rica y Japón, es evidente que no comparten ni geografía, ni cultura ni la misma genética. En ese escenario encontrar alguna práctica aislada que favorezca el envejecimiento saludable y que sea común a todos es difícil, incluso es posible que cada región haya llegado a esa condición por suma de pequeños factores que sean completamente distintos entre ellos con un resultado final muy similar”.
Las investigaciones
Según un estudio, publicado en Health, Risk & Society, los residentes de Cerdeña mostraron menos depresión y mayor bienestar mental.
“El artículo se centra en las características psicológicas del envejecimiento exitoso, incluido el bienestar percibido y la salud cognitiva. Las personas mayores de 65 años que viven en la Zona Azul de Cerdeña tienen niveles sustancialmente más bajos de sintomatología depresiva, niveles más altos de bienestar autopercibido y una mejor salud cognitiva subjetiva y objetiva en relación con las muestras de control emparejadas. Estas diferencias son robustas, confiables y persisten a lo largo de la edad adulta tardía. Los determinantes importantes de los rasgos positivos incluyen una mayor participación activa en las actividades religiosas y de ocio de la comunidad”, afirmó el documento.
Dado que en 2020, según una investigación publicada en The Lancet, se registró un aumento mundial de la depresión y la ansiedad en un 27,6 % y un 25,6 %, los expertos advierten la importancia de “hacerse cargo de nuestra salud mental y conocer lo que las Zonas Azules pueden enseñar”.
Al analizar los hallazgos en Cerdeña, Calandri afirmó: “Salud mental y longevidad son dos factores interrelacionados, es decir, la depresión es un factor de riesgo de varias enfermedades que se vinculan a un envejecimiento poco saludable, quizás la más paradigmática es la demencia”.
“La depresión después de los 65 años tiene un riesgo relativo de 1.9 para el desarrollo de demencia, eso quiere decir que las personas con depresión en su tercera edad tienen casi el doble de riesgo de desarrollar demencia que las que no la sufren. La depresión también se encuentra asociada con otras enfermedades como la cardiovascular o condiciones como la que llamamos ‘fragilidad’, que se asocian con una mayor mortalidad”, indicó el experto.
Es por eso que resaltó que, “con este escenario, es esperable que una mejor salud mental sea una característica concurrente con la longevidad, sin embargo, y es muy importante esto, no es posible atribuir ni causalidad ni direccionalidad a esta mera observación (alguien podría argüir que la menor depresión genera longevidad y otros que vivir más y mejor disminuye la depresión sin que estos hallazgos puedan decir quién está equivocado)”.
En cuanto a la percepción de bienestar dijo: “Es una medida muy compleja, pero es una indicadora indirecta de una buena salud física y mental (es difícil percibirse bien si tenemos dificultades para caminar o si estamos deprimidos). La salud en general es el determinante de la longevidad. Este hallazgo no hace más que afirmar que la gente de estas zonas llega a mayor edad porque evidentemente está más sana”.
Cómo fue el descubrimiento de estos pueblos
A principios del nuevo siglo, un astrofísico que luego se especializó en demografía y un prestigioso gerontólogo italiano se dedicaron a indagar en qué lugares del mundo vivían las personas de mayor edad. En un mapamundi iban trazando un círculo azul con un marcador en el nombre de cada pueblo o ciudad en el que encontraban varias personas que llegaban a los 100 años de vida.
De pronto, Michel Poulain y Gianni Pes, así se llamaban los científicos, descubrieron que una parte minúscula de su mapa de trabajo se había teñido de azul. Era el centro de la isla de Cerdeña, Italia.
Enterado de este descubrimiento, el periodista Dan Buettner salió por el mundo a buscar otras regiones en las que el fenómeno se repitiera. Así, respaldado por National Geographic y la Sociedad de Gerontología de Norteamérica, y acompañado por varios especialistas, salió por el mundo a buscar regiones en las que las personas viven más tiempo y encontrar los motivos. El periodista encontró otras cuatro Zonas Azules: la isla de Okinawa en Japón, la Península de Nicoya en Costa Rica, la Isla de Icaria en Grecia y Loma Linda en California.
En Barbaglia, ubicada en las montañas de Cerdeña, se encuentra la mayor cantidad de personas centenarias del mundo. La isla de Okinawa concentra a las mujeres más ancianas del planeta. Icaria, tiene una población longeva con los niveles más bajos de demencia senil. Loma Linda posee una comunidad de adventistas del séptimo día cuya esperanza de vida es 10 años superior a la media en los Estados Unidos. Y en Nicoya se halla la segunda comunidad de centenarios más grande del mundo.
Costumbres a imitar
La doctora Natividad Olivar explicó: “Llevar adelante en forma regular actividades que disminuyan el estrés, y favorezcan la calidad de vida son fundamentales para una buena salud mental”. Es por eso que recomendó estos hábitos de las Zonas Azules:
– Realizar actividad física: ya sea caminatas, andar en bicicleta o practicar un deporte
– Tener una alimentación saludable: mantener una dieta equilibrada, evitando el exceso de azúcares, grasas y alcohol
– Hacer actividades placenteras, que hagan sentir bien, ya sea solo o acompañado de otras personas
– Socializar: mantenerse en contacto y hablar con amigos y familiares, ser miembro de algún grupo social o religioso.
– Tener pensamientos positivos: enfocarse en los buenos aspectos de la vida
– Proponerse una meta: tener un propósito o un objetivo diario a cumplir.
– Relajarse: practicar actividades que ayuden a disminuir el estrés y promuevan la calma, como yoga, meditación, mindfulness.
– Dormir la cantidad de horas necesarias: un descanso adecuado ayuda a disminuir la tensión.
El equipo liderado por Dan Buettner destacó, dentro del estilo de vida de los habitantes de las Zonas Azules en Okinawa, que tienen un “ikigai”, palabra japonesa que se usa para referirse a las “razones de ser” o, más precisamente, los motivos por los que nos levantamos cada mañana. Hay un “ikigai” personal, pero también hay un “ikigai” colectivo que establece los objetivos para cada comunidad así como los desafíos que hay que superar para alcanzarlos.
También hicieron hincapié en la reducción del estrés, un factor vinculado a casi todas las enfermedades relacionadas con el envejecimiento. Esto significa interrumpir el ritmo normal de nuestra rutina para dar paso a otras actividades que forman parte de los hábitos sociales normales. Por ejemplo, dormir la siesta en las sociedades mediterráneas, rezar en el caso de los adventistas, celebrar la ceremonia del té de las mujeres en Okinawa, entre otros.
Otro concepto de Okinawa que descubrieron fue el “Hara hachi bu”, un precepto de Confucio que significa que no debemos comer hasta que estemos llenos, sino solo hasta el 80% de nuestra capacidad.
La importancia de la alimentación
La doctora Olivar señaló: “Los alimentos que forman parte de la dieta de las Zonas Azules son, principalmente, de origen vegetal. Se incluyen frutas, verduras, porotos, legumbres, cereales integrales, nueces y semillas. Estos alimentos aportan fibras, antioxidantes, vitaminas y minerales, reducen el colesterol y los niveles de glucemia. De esta forma se previenen enfermedades crónicas como el síndrome metabólico, la diabetes, afecciones cardíacas, prolongando la longevidad. El bienestar físico reduce los síntomas de depresión y ansiedad, favoreciendo la salud mental”.
La carne, el pescado y los lácteos pueden ser consumidos, pero en cantidades menores. Y el consumo de bebidas alcohólicas es moderado. En este aspecto, el doctor Calandri señaló: “Lo mejor que podemos hacer por nuestra salud mental es el control de los que llamamos factores de riesgo modificables: la hipertensión, el colesterol, la obesidad, el sedentarismo y el tabaquismo, comunes a la mayoría de las enfermedades relacionadas con la mortalidad en la mediana y la tercera edad (infarto, ACV, demencia)”.
“Existen otros factores de riesgo de demencia como son el aislamiento social, la depresión y el consumo de alcohol. Revisar nuestros hábitos para controlar o evitar estas condiciones no solo mejora nuestra salud mental sino nuestra salud en general y esperanza de vida. Para destacar la mayoría de estos factores están interrelacionados y son consecuencia de un estilo de vida sedentario con dietas inadecuadas. Adoptar un estilo de vida activo y una dieta saludable puede ser la punta para desenredar ese ovillo”, expresó el especialista.
La vida social: factor fundamental
Vivir en comunidad, en un espacio en que la cooperación sea norma y en el que impere la paz parece ser una de las claves de la longevidad y el bienestar de las Zonas Azules.
El doctor Calandri explicó: “Las relaciones sociales han tomado una relevancia muy importante cuando pensamos en salud. El aislamiento social es un factor de riesgo para deterioro cognitivo y la socialización es un factor protector”.
“Los seres humanos somos seres sociales, dependemos de los vínculos con los demás para casi todo e incluso para modular varios aspectos de nuestro ánimo. Las relaciones sociales interaccionan con la salud en muchos aspectos: es el lugar por donde se disemina información (la compartimos con familiares y amigos) sobre salud, consejos y cuidados; también de donde surgen hábitos saludables (como el deporte)”, añadió.
Es por este motivo que Calandri, para finalizar, resaltó que “las zonas azules son un misterio de la ciencia, y así permanecerán mucho tiempo sin duda”. “El envejecimiento es uno de los procesos más complejos que atraviesan los seres humanos y tienen componentes psicológicos, sociales, biológicos y genéticos; desentrañar la participación de cada uno en el envejecimiento exitoso es una tarea ciclópea”, añadió el experto.
Y concluyó: “En cambio, sí tenemos buena evidencia de los factores de riesgo de un envejecimiento no-exitoso y muchos de ellos son modificables. Tener un envejecimiento sin enfermedades (aunque no superemos los 100 años) es una tarea alcanzable”. Indudablemente, la longevidad puede estar determinada por la genética, pero también es algo que se puede construir día a día mediante buenos hábitos.
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