Pedro Pastor, en el nombre del padre
Un día me llegó la noticia de que Luis Pastor llegaría a Córdoba. Y me entusiasmó: sabía que es una de las más grandes figuras de la canción de España, de la generación de Joan Manuel Serrat, Víctor Manuel y Luis Eduardo Aute, aunque sin el brillo y la popularidad de ellos. Más cuando llegó el ilustre visitante, la novedad fue mayor: no había venido sólo sino que lo acompañaba su pareja, Lourdes Guerra -hermana del canario Pedro Guerra, otro peso pesado de la canción hispana-, y su hijo, el jovencísimo Pedro Pastor, también músico, que por entonces tenía un solo disco editado.
El joven, que en ese momento tenía 20 años, después se volvió un habitante habitual de este punto de Latinoamérica. E hicimos una estrecha relación, a partir de intereses en común, de una misma posición ideológica y de una casualidad especial: los dos somos escorpianos, nacidos el 18 de noviembre -claro que yo, muchos años antes que él-, y por todo eso nos vimos luego muchas veces.
Aquella primera mañana puse al aire desde su Maipú, provincia de Buenos Aires, a Cristóbal Repetto, cantante cercano que estuvo varias veces como entrevistado en Disco Pi, quien en su disco Tiempo y silencio, producido por Gustavo Santaolalla, había grabado una canción de Luis Pastor dedicado a Violeta Parra.
Este es un momento de ese programa:
La última vez que Pedro Pastor estuvo en Córdoba fue en el verano pasado, cuando lo programó el Cosquín Rock. Acaba de publicar un nuevo disco, Escorpiano, junto a su grupo Los locos descalzos.