Aún en lucha por el metal, V8
La historia dice que tomó su nombre de los viejos y poderosos motores montados en el cárter del auto con dos bancos de cuatro cilindros que compartían cigüeñal formando una V.
Quien sabe si esto es así, o si el nombre V8 fue un intuitivo acierto de marketing: es breve y es potente, o sea altamente simbólico. Lo concreto es que todo es en esta banda es historia o leyenda. O las dos cosas a la vez.
Desde el momento en que se armó hasta que se disolvió por fuertes discusiones entre quienes la sostenían, pasaron 8 años, del 79 al 87; y desde que publicó el primero de sus tres discos, menos: sólo 4.
Lo cierto es que con una obra tan breve, convertido sí en leyenda pura, V8 entró en la historia y hoy se lo considera el padre del metal argentino.
Sobre todo porque el gran mito del género, Ricardo Iorio, fue uno de los fundadores del grupo, tocando el bajo, y estuvo en él hasta la última hora; después fundó Hermética.
Con el ícono de la banda ya muerto -sus ojos de veterano rocker se cerraron en octubre pasado, a los 61 años- , los tres discos que hizo el legendario cuarteto formado por el cantante Alberto Zamarbide, el guitarrista Osvaldo Civile, el baterista Gustavo Rowek y el bajista Iorio, son reeditados en formato vinilo en un box set de edición limitada.
En la caja estarán obviamente los tres discos con su diseño original -incluyendo los inserts-, y también habrá un libro de 20 páginas con texto y fotos, y un cuadro de metal con el tamaño de los long plays, o sea de 30 cms. x 30 cms.