La DEA propone reclasificar la Marihuana como droga de menor riesgo
Además del respaldo científico para su uso como tratamiento médico, la marihuana tiene un potencial de abuso menor que otras drogas que están sujetas a las mismas restricciones según afirman investigadores de la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (la famosísima DEA). Estos son, en resumidas cuentas, los motivos por los cuáles se propone que el cannabis se reclasifique a una categoría de menores riesgos.
La marihuana está actualmente clasificada en la Lista I, reservada a las sustancias controladas más peligrosas, entre ellas la heroína y el LSD y este informe la pasaría a la lista III en dónde se agrupan sustancias con un bajo potencial de abuso y con uso médico actualmente aceptado.
En 2022, el presidente Joe Biden pidió al secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos (HHS por sus siglas en inglés), Xavier Becerra, y al fiscal general, que comenzaran el proceso administrativo de revisión de cómo se cataloga la marihuana según la ley federal.
La subsecretaria de Salud del HHS, la almirante Rachel Levine, escribió una carta a la DEA en agosto en la que apoyaba la reclasificación a la Lista III, una lista que incluye “drogas con un potencial de dependencia física y psicológica de moderado a bajo”, como la ketamina, la testosterona y el paracetamol con codeína.
Los argumentos
El equipo de Sustancias Controladas de la FDA señala en los documentos elaborados que la agencia recomienda reclasificar la marihuana porque cumple con tres criterios: un menor potencial de abuso que otras sustancias de las Listas I y II, un uso médico actualmente aceptado en el tratamiento en los EE.UU. y un riesgo de dependencia física baja o moderada en personas que abusan de ella.
Aunque la marihuana tiene una "alta prevalencia de uso no médico" en Estados Unidos, no parece provocar resultados graves en comparación con drogas como la heroína, la oxicodona y la cocaína, afirman los investigadores.
"Esto es especialmente notable dada la disponibilidad" de productos que contienen niveles muy altos de Delta 9 tetrahidrocannabinol (THC), el principal compuesto activo del cannabis.
Los datos también proporcionan "un nivel creíble de respaldo científico para algunos de los usos terapéuticos para los cuales se utiliza la marihuana en la práctica clínica en los Estados Unidos", que incluyen el tratamiento de casos de anorexia, dolor y náuseas y vómitos en pacientes de quimioterapia, según los investigadores.
Sin embargo, señalan que su análisis y conclusiones “no pretenden implicar que se haya establecido la seguridad y eficacia de la marihuana” que respaldaría su aprobación para cualquier condición de salud en particular.
Finalmente, los investigadores señalan que se ha informado de abstinencia de marihuana en consumidores crónicos y habituales (con síntomas que alcanzan su punto máximo en unos días y disminuyen en una semana o dos), pero no en consumidores ocasionales.
"El síndrome de abstinencia de la marihuana parece ser relativamente leve en comparación con el síndrome de abstinencia asociado con el alcohol, que puede incluir síntomas más graves como agitación, paranoia, convulsiones e incluso la muerte", escriben.
Más bien, los síntomas de abstinencia de la marihuana son similares a los de la abstinencia por el uso crónico de algunos medicamentos aprobados por la FDA que usan THC sintético, y la magnitud y el cronograma de la abstinencia de la marihuana son similares a los del tabaco.
Implicancias
Reclasificar la marihuana podría abrir más vías para la investigación, permitir que las empresas de cannabis realicen operaciones bancarias de manera más libre y abierta.
A la fecha, veinticuatro estados, dos territorios y Washington DC han legalizado el cannabis para uso recreativo en adultos. Además 38 estados permiten el uso médico de productos de cannabis. Desde que tuvo lugar la primera venta de cannabis para adultos en 2014 en Colorado, el cannabis se ha convertido en una industria multimillonaria que ha atraído la atención de empresas multinacionales en sectores como el alcohol, la agricultura, el sector farmacéutico y el tabaco.
La DEA tendrá la autoridad final para realizar cualquier cambio en la programación de la marihuana y pasará por un proceso de elaboración de reglas que incluye un período para que el público aporte comentarios antes de que se finalice cualquier acción de programación.