Apuestas en las escuelas: la empatía como herramienta
Solana Camaño (27) es una joven comunicadora y docente, dirige la escuela de talleres del medio Feminacida, trabaja en comunicación política y es docente en colegios secundarios de CABA. Para resumir un curriculum que sobrepasa su juventud, cuando se le da la oportunidad, se presenta a si misma diciendo “me dedico al periodismo en educación”.
También parece saber combinar sus múltiples almas y profesiones, así que mientras da clases, se involucra en un debate caliente y complejo y después lo refleja en un artículo periodístico de profundidad sorprendente que acaba de ser publicado por Anfibia.
Un pequeño “sorbo” del artículo: “El grito de un gol de la selección sub-17 de Luxemburgo en medio de una clase de Historia, las conversaciones de pasillo entre los estudiantes, el uso cada vez más intensificado de los celulares con este propósito en el aula y la falta de sueño por haberse quedado toda la noche despiertos viendo un partido que se jugó en Japón o en Australia fueron algunos de los signos de alarma”.
Solana se mete de lleno en algunas de las temáticas más complejas y menos abordadas de nuestros días: la ludopatía en las escuelas, las apuestas, la crisis de representación y modelos. Esa fue la excusa para un extenso reportaje en el programa Otro Siglo, a cargo de Camila Argüello y Catalina Caramuti, que resumimos aquí, organizada en simples títulos.
La ludopatía digital
Soy docente de nivel secundario así que lo primero que me llamó la atención fue ver a los alumnos y alumnas apostar en clase. Era un tema del que se estaba hablando en los medios y Revista Anfibia estaba interesaba en abordarlo; como vengo dedicándome al periodismo en educación y veía esta problemática en el aula decidí involucrarme en el tema.
Empecé a investigar y mi contacto en el tema con alumnos y docentes se da por mi propio trabajo [en la docencia] por fuera del periodismo. Entonces encontré cuestiones bastantes interesantes y preocupantes a la vez.
Vidas afectadas por la ¿adicción?
Los docentes que dan clase hace más tiempo me decían que [la problemática de las apuestas] es un fenómeno que comenzó con más fuerza, hace un par de años, después de la pandemia. Algunas de las cosas que cuento me ocurrieron a mi, pero por cuestiones obvias, no doy muchos detalles.
Lo primero que los profesionales de salud mental advierten es que hay que distinguir la práctica, cuando tiene función recreativa, del consumo problemático, cuando empieza a generar dependencia, de la adicción.
Hay que entender también que la ludopatía tiene puntos de contacto con la adicción a sustancias pero también diferencias. Por ejemplo en el caso de las substancias, hay una distancia mayor dada por la mediación con el dealer. ¿Qué pasa con la adicción al juego virtual? Se puede acceder a él directamente desde el celular.
Claro que esto también se da por que precisamente hay varios sitios ilegales en internet en los que no se chequean los datos ni el DNI, para verificar si el apostador es mayor de edad, lo que no puede hacerse en un casino que no sea virtual, de “carne y hueso”.
Entonces, como vemos, hay un montón de problemáticas pero si me parece importante establecer diferencias entre la adicción al juego y la práctica de apostar, que es bastante problemática en si, aún cuando no generase adicciones.
En todo caso, me interesa abordar qué tipo de subjetividades expresan las apuestas en esta época.
Los influencers y los valores
Los influencers son figuras que tienen muchísimos seguidores en redes, millones, mucho alcance e influencia en la vida cotidiana de niños, niñas, adolescentes y jóvenes y expresan la crisis de ciertas instituciones de nuestra sociedad.
Por ejemplo no podemos pensar con los mismos marcos que analizábamos la publicidad en los medios masivos tradicionales.
Emergen entonces nuevas preguntas: ¿Qué responsabilidad tiene el influencer? ¿Hasta dónde debe llegar?, ¿Quién debería penar esas acciones?.
Son preguntas más contemporáneas, más nuevas, precisamente por la novedad de redes y plataformas.
Lo cierto es que ya hay funcionarios pensado en estos problemas y asumiendo posiciones como que efectivamente hay que penar la difusión, incluso en personas físicas y clubes.
Y eso es otro problema porque los clubes se sostienen en base a esos aportes que dejan mucho más dinero que lo que aportaban otras entidades comerciales que incluso se retiraron del mundo del fútbol. No será fácil que se corran, es muy complejo.
Restricciones y Capacidad de Maniobra
En algunos lugares de Europa o en la Premier League de Reino Unido se van a prohibir las publicidades de casas de apuestas. Pero hay que estar atentos porque cuando empezaron a prohibir en España fue precisamente cuando las casas de apuestas empezaron a venir para acá. Justamente al país más “futbolizado” de todos.
El problema debe ser pensado integralmente porque la influencia de los clubes de fútbol y los influencers no es lineal.
Está por un lado eso y por otro un contexto de crisis económica, de ampliación de una racionalidad especulativa, la lógica del costo beneficio constante, y la ampliación de las billeteras virtuales, criptomonedas, la expresión del capitalismo financiero en su máxima expresión.
“¿Acá vamos a aprender a hacer plata rápido?” Narrativas del exitismo
Precisamente son tendencias sociales y culturales más amplias; los pibes también son productos de estas transformaciones en nuestra sociedad, de esta necesidad de que todo sea rápido, corto instantáneo y ellos crecen en ese contexto.
Los que somos un poco más grandes (tampoco tanto: tengo 27 años de edad) tenemos otra vida con que comprar, más las cosas que leemos y nos cuentan. Y efectivamente estamos en otro tipo sociedad y las apuestas on line cristalizan un montón de esto cambios, tal vez lo más dañino de esta época, claro que eso ya es una interpretación propia.
A lo que voy es que no son los pibes en si mismos, que son unos nabos. Me pasa que escucho en el aula y se me dificulta decirles algo que los interpele, algo que modifique sus prácticas de apuestas.
Por ejemplo cuando te dicen “¿porque debería dejar de apostar si con lo que gano me pago el corte de pelo?” o “me pagan por hacer lo que más me gusta que es ver fútbol”.
Obvio que le digo muchas cosas pero ¿qué les puedo decir con capacidad de interpelación más efectiva?
La lógica del éxito y del fracaso y el rol de los adultos
Nos detenemos a pensar en los pibes, pero ¿Cuántos son los adultos que reproducen esos comportamientos?
Tenemos el ejemplo de una familia que se fue a cenar a “Kansas”, un restaurant muy conocido y caro de CABA con lo que ganó su hijo apostando.
Uno tendería a pensar que la familia no sabe lo que los chicos hacen con la plata que tienen, pero en muchos casos saben y lo avalan. El rol de la familia es central porque la escuela sola no puede.
Yo abordo en la nota el tema de la prohibición de los celulares en el aula, porque eso dispara otras preguntas en torno a nueva generaciones y plataformas; no es que eso va a resolver el problema porque pueden apostar en su casa.
Tiene que haber una articulación entre familias, escuelas y sobre todo legislación y efectivo cumplimiento por parte del estado, en las jurisdicciones y a nivel nacional. No hay ninguna ley que aborde integralmente la problemática
Cuestión de Género
Algo que no dijimos es que lo de las apuestas es un fenómeno muy masculinizado. Me estoy metiendo en otras prácticas similares que dan cuenta de las mismas racionalidades, la búsqueda de éxito y dinero, pero en las mujeres. Por ejemplo, hay novias virtuales de Tik Tok, tema sobre el que no quiero hablar todavía porque recién estoy investigando. También podemos pensar en Only Fans como para ver qué pasa con las mujeres en relación a esto mismo.
Patología y victimización
Es una línea fina, por un lado insisto con la pregunta de qué subjetividades construye la época pero a su vez tampoco victimizarlos y revictimizarlos. Los pibes tienen capacidad de agencia, no es que todos los pibes y pibas apuestan.
De hecho podés entablar conversaciones y se van replanteando lo que les pasa. Me pasó un caso específico de un pibe que se acercó a hablarme del tema y lo conversé con su grupo de amigos y hubo negociación.
“Mirá que yo no soy adicto” me decía; “no, no te estoy diciendo eso” es la respuesta. Al final quedó claro que me estaba planteando que iba a apostar y si ganaba salía con los amigos y si perdía se quedaba en la casa.
La respuesta fue: “pero vos estás poniendo en duda una salida con tus amigos, que te divirte, y que está quedando sujeta a cómo te va en la apuesta. No te parece que es un montón?”. Y sus compañeros decían: “Si, si, tiene razón la profe”. En principio esa noche no apostó.
O sea hay posibilidades de generar transformaciones o aperturas a partir del diálogo con los pibes. Primero no hay que verlos solo cómo victimas y conversar con ellos sobre lo que ellos pueden hacer con esto, sin desconocer la incidencia de las estructuras, del sistema y de todo lo que venimos hablando de la época que sin duda trasciende a los pibes.
El rol de los docentes
Con respecto al rol de la docencia es una posición pedagógica y política en el aula. Para mi lo que pasa en la vida cotidiana de los pibes es a veces también curricular y no lo dejo fuera del aula. En mis materias, en general tiene que ver con lo que estudiamos en el aula. La tengo más fácil que la profesora de biología.
En cualquier caso estamos construyendo ciudadanos, ciudadanas, entonces es muy difícil hacer la vista gorda. Uno no siempre tiene todas las herramientas; de hecho yo considero que me tengo que valer de herramientas para poder charlar con los pibes sobre los consumos problemáticos y consulto con el psicólogo de la escuela, pero de lo que se trata es de reconocer la problemática de hacer redes.
Visibilizar si, pero que no quede solo en visibilización porque yo leo cada vez más notas sobre las apuestas pero si la política pública no asume su responsabilidad, si no hay decisión política de hacer algo más con esto, va a ser muy difícil que quede librado a la voluntad y a la capacidad y a las decisiones de familias docentes y estudiantes.
Para escuchar la entrevista completa, click aquí.