Inundaciones en Brasil: 116 muertos y más de 3.600 millones de dólares en pérdidas
El último boletín de la Defensa Civil de Río Grande do Sul registró un aumento más en el número de víctimas fatales como consecuencia de las lluvias que afectan al estado.
La cantidad de muertos llegó a 116. Todavía hay un registro de 143 desaparecidos y se estima que la tormenta ha alcanzado al menos 1,9 millones de personas.
De manera paralela, las autoridades locales siguen investigando si otras cuatro muertes están relacionadas con eventos meteorológicos. En total, hay 70.772 personas en refugios, 337.346 desalojadas y 756 personas heridas rescatadas.
El nivel del río Guaíba puede volver a subir
El Guaíba, cuya elevación causó la inundación de los últimos días en Porto Alegre, puede volver a subir este fin de semana, en un fenómeno llamado “repique”.
Según un modelo desarrollado por el Instituto de Investigaciones Hidráulicas (IPH) de la UFRGS, hay una previsión de fuertes lluvias en los próximos cinco días, y los fenómenos pueden hacer que el río vuelva a la marca de los cinco metros. Si se confirma el viento del sur, los expertos esperan una elevación adicional de unos 20 centímetros.
El instituto trabaja con la previsión de más de 200 mm de lluvia entre este viernes y domingo en muchas partes de Rio Grande do Sul, incluidas las cuencas de Guaíba y Taquari-Antas. El agua puede volver al nivel de 5,35 m, el pico alcanzado el domingo.
El nivel cae por debajo de la marca de 1941
El nivel de Guaíba, en Porto Alegre, bajó a 4,74 metros por primera vez desde el sábado 4 de mayo, según la medición realizada a las 6:15 de este viernes por la Agencia Nacional de Aguas y Saneamiento Básico (ANA) en Cais Mauá.
El nivel del agua ahora está por debajo de la marca récord de la última gran inundación en Rio Grande do Sul, en 1941, cuando el pico de la inundación alcanzó la marca de 4m76cm. Números generales de la tragedia en todo el estado.
El nivel, sin embargo, sigue muy por encima de la cuota de inundación, superada en la última semana. Desde entonces, la ciudad ha vivido un escenario de guerra, con casi todos los barrios sin acceso a energía, Internet, suministros y agua, y lo que lleva a un movimiento de éxodo a localidades menos afectadas por las lluvias, como las ciudades de la costa.
