Arbolado urbano: cuáles son las mejores especies frente a la contaminación
La contaminación atmosférica representa un grave problema ambiental y de salud global. Se sabe que el arbolado urbano ayuda purificar el aire que se respira en las ciudades. ¿Pero cuáles son los árboles más resistentes frente a este esmog tóxico?
Un reciente estudio, realizado en la ciudad de Córdoba, permitió definir algunas de las especies más tolerantes. A su vez, determinar cuáles tienen una mayor capacidad para capturar dióxido de carbono (CO2), un gas que si bien no es tóxico, es el principal responsable del cambio climático.
El estudio se realizó en el marco de la tesis de grado de Giuliana Segalla, para la carrera de Ingeniería Ambiental de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Fue dirigida por Ana Carolina Mateos, investigadora de Conicet y de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNC en el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (Imbiv). Como co-directora participó Gabriela Abril, también investigadora de la UNC.
Según el trabajo, la mora (Morus nigra) y luego la tipa (Tipuana tipu) son las especies que mejor se adaptan a la contaminación atmosférica de la ciudad de Córdoba. En cuanto a su capacidad para retener CO2, el orden se invierte.
Por este motivo, las investigadoras entienden que la mora sería una de las especies recomendadas para plantar en sitios de alta contaminación atmosférica, como el centro de la ciudad o las avenidas con mucho tránsito; mientras que la tipa es una especie que se adapta mejor a zonas residenciales con menor contaminación.
En el trabajo también se analizaron otras dos especies muy comunes en las veredas y parques de la ciudad: el jacarandá (Jacaranda mimosifolia) y el lapacho (Handroanthus impetiginosus). Estos árboles mostraron una tolerancia intermedia a la presencia de gases contaminantes.
La contaminación atmosférica es un problema ambiental y de salud global. Según la Organización Mundial de la Salud, los efectos combinados de la contaminación del aire ambiente y la del aire doméstico se asocian a 6,7 millones de muertes prematuras cada año.
Algunos de los contaminantes tóxicos más comunes que hay en las ciudades son material particulado (PM2.5 y PM10), dióxido de azufre (SO2), dióxido de nitrógeno (NO2), monóxido de carbono (CO), ozono troposférico (O3) y compuestos orgánicos volátiles (COVs). Están asociados a problemas respiratorios y diferentes tipos de cáncer, entre otras patologías.
Vacío en las políticas de arbolado urbano
El grupo que integra Mateos trabaja con plantas desde siempre como monitores de la calidad del aire. Pero observaron un vacío en la información sobre las especies de árboles más plantadas en Córdoba respecto de su tolerancia a la contaminación.
“Sabemos que Córdoba presenta altos niveles de contaminación atmosférica, entonces nos pareció un buen aporte para las políticas sobre espacios verdes y ambientales identificar especies más tolerantes a esta polución y cómo pueden ayudar a mitigar el cambio climático”, argumenta Mateos.
Las investigadoras aclaran que una mayor tolerancia, no implica que tengan una mayor capacidad de eliminar estos contaminantes. Para corroborar eso, habría que realizar nuevos estudios. Sin embargo, se trata de una pista que orienta en esa dirección.
Ayudar a mitigar el cambio climático representa un beneficio global, pero plantar árboles en espacios urbanos también supone lograr una serie de beneficios a escala local. “Se reduce significativamente la contaminación que respiran las personas que viven o pasan por ese lugar”, ejemplifica Segalla.
Las investigadoras aseguran que este estudio puede servir para definir políticas públicas sobre el arbolado urbano.
Cómo se hizo el estudio
La normativa sobre arbolado urbano de la ciudad de Córdoba lista 72 especies recomendadas. Pero el estudio se centró en las más comunes que hay en las veredas de Córdoba y se seleccionaron cuatro.
Las investigadoras emplearon el Índice de Tolerancia a la Contaminación Atmosférica (APTI), un indicador probado a nivel mundial para evaluar la resistencia de las especies a la contaminación. Para determinar la captura de CO2, utilizaron medidas biométricas y análisis químicos.
El cálculo del APTI es complejo: tiene en cuenta varios parámetros fisiológicos de los árboles. Entre ellos un indicador clave es el ácido ascórbico: la famosa vitamina C.
“El ácido ascórbico funciona como una sustancia protectora frente a los contaminantes. Es un antioxidante. Cuando las sustancias tóxicas ingresan al organismo de la planta se producen compuestos oxidativos que dañan las células. El ácido ascórbico neutraliza este efecto”, explica Mateos.
Entonces, mientras más ácido ascórbico tiene la especie, se asume que tiene más defensas frente a la contaminación. Las otras tres variables usadas para calcular el APTI fueron: contenido de clorofila total, contenido relativo de agua y pH de las hojas.
El desafío más grande fue realizar los estudios con las hojas frescas. “Todas las semanas llenábamos las heladeras con hojas. Realizamos 700 análisis”, cuenta Segalla. Otro desafío fue medir el ácido ascórbico ya que tuvieron que oscurecer todo el laboratorio porque se trata de una sustancia muy sensible a la luz.
Las ventajas de tener árboles en las veredas
Además de ayudar a mitigar la contaminación atmosférica y el cambio climático, los árboles traen muchos beneficios para las ciudades y sus habitantes. Por ejemplo:
- Disminuyen las escorrentías y, con ello, el riesgo de inundación.
- Aumentan el valor de venta de los inmuebles.
- Ofrecen sombra, un recurso muy demandado para resguardarse del calor. A su vez, al disminuir la temperatura, se disminuye el consumo energético en los hogares.
- Ayudan a aumentar la biodiversidad de la zona, por ejemplo, de especies que pueden ser controladoras de otras peligrosas para las personas, como los mosquitos.
Las investigadoras también mencionan que existen muchas variables que se tienen en cuenta a la hora de definir qué especies plantar. “Hay factores como su velocidad de crecimiento o si sus raíces levantan veredas”, menciona Mateos.
También advierte que lo ideal siempre es plantar especies nativas, que consumen menos agua, aunque algunas de ellas puedan tener un crecimiento más lento.