El día que Paul destrozó a los músicos argentinos
La Revista 10, en enero de 1983, lo logró. Tuvo una exclusiva con uno de los fabulosos 4. Y en lugar de hablar de música universal con el genio de Liverpool, de aprovechar ese momento histórico para conversar sobre el nacimiento del rock, no, el enviado de la Revista 10 llevó discos de músicos argentinos para que el Beatle opinara:
_ ¿Qué le parece nuestro rock?
Y para que no quedaran dudas sobre lo que pensaba Paul, el título de la entrevista fue claro:
“No me gusta el rock de los argentinos”, declaró Paul.
Eh Paul, ¿qué pasa loco?
La revista se anticipa: “Le perdonó la vida a dos o tres, pero de mala gana”.
Vamos a las opiniones de Paul sobre nuestras glorias del rock. Le ponen a Nito Mestre cantando Enero va. “Buen baladista, algo me gusta pero no sé qué”. Bien, si te gustó Nito, con Charly te morís Paul. Le ponen Peluca Telefónica, temazo. “¿Así que esto es el rock argentino? O Rock nacional, como dicen ustedes. No me convence. Son trozos de temas conocidos y malos”. Bueno Paul…
Quizás prefiera escuchar alguna mujer. El periodista pone al dúo femenino del momento: Sandra y Celeste. Sobre la última, Paul dice: “Esta mujer tendría que tranquilizarse. ¿Si me recuerda a Janis Joplin? No, por Dios, nada que ver”. Sobre Sandra, el Beatle es lapidario: “Esta que se dedique a la balada y que no grite más”.
Más amargo que Paul no viene. Mejor volvamos a los varones. A la mejor voz del rock argentino. Juan Carlos Baglietto haciendo el conmovedor Era en abril: “Este es tanguero, ¿no? Melancolía pura”. ¿León Gieco?: “Acá hay búsqueda, algo folk, pasable”. Raúl Porchetto: “Ninguna maravilla, pero se salva, éste es raro”. ¿Y Piero y su viejo?: “Puaj -eso escribe el periodista-. Dulzón, casi empalagoso, ¿a que es italiano”.
El látigo a nuestros músicos no fue suficiente. A la semana, la Revista 10 publica la segunda parte de la entrevista en donde Paul McCartney sigue pegando. Atiende a Miguel Cantilo: “Como sonido es un poco primitivo”, destroza a María Rosa Yorio: “Esta señorita tiene que dejar el rock”, salva a Pappo y a su banda Riff: “Esto es rock, no puede negarse, pero también es primitivo” y se mete con ¡Luis Alberto!: “Es otro baladista… pero anémico”.
Además, el fantástico de Liverpool escuchó a Lito Nebbia: “La música no me gusta, su manera de cantar tampoco, pero en este tipo hay algo agradable”. La entrevista cierra con David Lebón: “La letra no está mal, pero la pobreza del sonido…”.
Listo. A Paul no le gusta el rock argentino. Pero había que estirar la gran primicia de tenerlo al Beatle, así que hubo tercera semana robando con el mismo tema (periodismo puro). Ya no está Paul, sino los rocker argentinos que responden a Paul en la Revista 10:
“De los 16 contestaron 12”, anticipa el genio de la pluma. Abatido, Charly llora por la herida. “De eso no pienso hablar, porque me parece mal", dice García y se entiende: su gran ídolo lo destrozaba. "Él no puede tener idea de eso. Además, me parece que ir a mostrarle un disco mío a Paul McCartney para que lo critique es una mala jugada, una bajeza". "¿Por qué?", le preguntó el cronista. "Nada más, no hay más respuestas", dijo Charly y se fue.
Pero el Flaco Spinetta, sabiduría rock, algo olió: “No sé qué opinar de esto, primero tendría que saber qué temas le hicieron escuchar y después qué fue lo que contestó realmente, porque hay unos giros en la nota que no son precisamente ingleses”. Mmmm, Luis algo intuía. Lo mismo que Porchetto: “Me gustaría escucharlo en inglés para saber exactamente lo que opinó”.
Las dudas de Porchetto y Spinetta tenían fundamento. Pese a que el gran verso se conoció muchos años después. 40 años después, cuando que el periodista Diego Geddes se puso a indagar. Fue a lo más simple: buscó al autor de la nota, Jorge Churba, periodista argentino que por estonces estaba radicado en Londres y era corresponsal de la Revista 10. Pero Churba, que ahora está en España y se dedica a otros menesteres, fue contundente: Yo no tuve nada que ver con eso.
La conclusión era evidente: fue todo un gran invento del periodismo argentino. Paul McCartney no había escuchado a Charly ni a Pappo ni a ninguno. Lo único real eran las fotos, que habían llegado a la redacción de la revista y, con el material en la mano, dijeron: hay que usar las imágenes, inventemos el texto. Por lo tanto, creatividad mediante, algún periodista de quien jamás sabremos su nombre, le hizo decir a Paul lo que seguramente eran sus propias opiniones sobre el rock argentino. En definitiva, el muchacho que inventó una historia de la que habló el país entero durante un mes, no hizo otra cosa que periodismo. De ficción, pero periodismo al fin.