Provinciales

Araceli Mangas Martín: Jurista universal, honoris causa en Córdoba y Salamanca

El año 2024 no ha sido uno más en la intensa vida de Araceli Mangas Martín (1953, Ledesma, Salamanca). Destacada jurista española, experta en derecho internacional público y derecho de la Unión Europea, Mangas Martín ha recibido de su alma mater, la Universidad de Salamanca, el título de Doctora Honoris Causa. La misma distinción le fue otorgada por la Universidad Nacional de Córdoba en 2004 (sólo Lula da Silva, como ella, ha sido galardonado por ambas instituciones). También la obtuvo por la Universidad de Nebrija, en 2023.

Se licenció en Derecho en 1975 y logró el doctorado en 1979, siendo discípula de una auténtica celebridad: Manuel Díez de Velasco, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid. Oteando que “En la nueva etapa de las libertades España iba a necesitar de iusinternacionalistas en su camino europeo e internacional”. Araceli se inició como docente en esa Casa.

Regresó a su querida Salamanca en 1986, asumiendo la cátedra de Derecho Internacional. Desde entonces, se consolidó como una pionera en el análisis y la interpretación de las transformaciones que experimentó el antiguo “ius Gentium” durante las últimas décadas del siglo XX. En 2011 volvió a la Complutense (retirándose en 2024). Sus alumnas y alumnos le corresponden con el agradecimiento; también ha formado a numerosos profesores que hoy ocupan cátedras en toda España (y en algunos casos, altas funciones en su país y la Unión Europea).

Mangas Martín es autora de textos fundamentales para estudiantes y abogados, profesionales de otras disciplinas, gestores públicos y ciudadanía en general. Sobresale su clásico “Instituciones y Derecho de la Unión Europea” (coescrito junto a Diego Liñán Nogueras), que en 2024 alcanzó su ¡undécima edición! (la primera es de 1996), clave para interpretar la dinámica político institucional, jurídica, económica y social del proceso integrador del Viejo Mundo.

Pero encontramos libros cumbres como “Conflictos armados internos y Derecho Internacional Humanitario (1992) o “Derecho Comunitario Europeo y Derecho Español” (1987), entre tantos. Además, su contribución se derrama en vastísimas publicaciones sobre seguridad, defensa, relaciones internacionales, Iberoamérica, Constitución y Derecho Internacional, la proyección transnacional de los estados subnacionales, el sistema judicial europeo, ciudadanía. Es una divulgadora prolífica, sobre éstas y muchas otras temáticas, especialmente a través de las páginas del diario El Mundo.

Su trabajo no se limitó a la academia, ejerciendo la asesoría de organismos internacionales, gobiernos y organizaciones no gubernamentales. Así, la evolución constante de su pensamiento, materializada en las permanentes reediciones de sus obras clásicas o su fecunda labor como articulista, está enriquecida por la interacción permanente.

Desempeñando un papel activo en los debates sobre el presente y el futuro de la UE (partiendo de “el reencuentro de España con Europa”), fundó un Centro de Documentación Europea en la Universidad de Salamanca y obtuvo (1990) una cátedra Jean Monnet (otorgada por la UE a personalidades principales).

Es académica de número de laReal Academia de Ciencias Morales y Políticas, entre muchas otras instituciones académicas españolas e internacionales, recibiendo trascendentes premiaciones por sus contribuciones.

Su visión

Pero esta semblanza sólo tiene sentido, si referimos sus puntos de vista en diferentes planos, extraídos de su obra publicada y discursos.

Siendo una firme defensora de la integración europea, reclama para ésta una pronta transformación “Hay que construir nuevas políticas, ser proactivos y no reactivos. Adelantarnos a lo que se viene encima”. Tecnologías limpias, seguridad alimentaria, desregulaciones, reconversión tecnológica, “al tiempo que invertir en las personas y sus capacidades”. Advierte sobre una “renovación en la sala de máquinas de la UE” (sus instituciones), señalando, de paso: “muy grave es que no nos podamos defender (los europeos) de una agresión, por nosotros mismos, desde hace más de 120 años. En caso de ataque militar, nuestra supervivencia depende de EE UU”.

Frente a los conflictos actuales más graves, que muerden los talones de la Europa comunitaria, puntualiza que Israel “se ha embarcado en acciones militares singulares y complejas” en el marco de la lucha antiterrorista (Hamás, Hizbulá, hutíes) como también para defenderse del ataque de otros estados a través de grupos irregulares (Irán), aportando que este tipo de conflictos “híbridos”, a los que “no son ajenos estados muy poderosos”, resultan “moneda corriente” en este siglo. En tal contexto, no cuestiona el derecho a combatir que corporiza Israel, pero no existe –puntualiza- una lucha antiterrorista “irrestricta”, la cual es “contraria a las normas de humanidad de los Convenios de Ginebra”.

Ha dedicado numerosos estudios al conflicto en Ucrania, considerándola “una guerra en dos tiempos (2014 y 2022)”, destacando la coalición antibelicista de unos 140 países lograda por “intensos y silenciosos esfuerzos diplomáticos de la UE en África, Asia y América” que aisló a Moscú en la ONU, pese su ejercicio del derecho de veto en el Consejo de Seguridad. Trabajó sobre la apelación a la “legítima defensa” realizada por los países en conflicto, señalando que Rusia manipuló el argumento al iniciar el ataque (aunque recuerda que Moscú “ha copiado argumentos de la Presidencia de Bush en 2003 cuando inventó la doctrina de la legítima defensa para agredir a Irak”). En cuanto a Ucrania, no sin admitir que le asiste el derecho a defenderse (inherente a todo estado) puntualiza que deben respetarse límites, particularmente en el ataque de Kiev a objetivos dentro del territorio ruso. No debe existir el “doble rasero” porque “no hay un derecho internacional condescendiente para los amigos y otro exigente para los enemigos”. Y concluye: “Los Estados occidentales no deben cruzar la temible y delgada línea roja de la participación directa ni asumir objetivos y autonomía en la estrategia militar”, puesto que “No somos neutrales, no, pero tampoco somos beligerantes ni co-beligerantes”.

Atravesando el océano, tomó posición frente a la elección presidencial venezolana y el pretenso reconocimiento internacional como Jefe de Estado al opositor Edmundo González, reclamado por personalidades de la política y medios de comunicación (en España, el Partido Popular). No sin dejar de visualizar a Nicolás Maduro como un “criminal dictador” que “se aferra al poder del ejército”, explicó que “las relaciones diplomáticas son de Estado a Estado”, entre “Gobiernos efectivos”, que controlan una jurisdicción territorial y una administración (ejemplifica con el reconocimiento a los gobiernos republicano y rebelde otorgado por los estados europeos durante la Guerra Civil española). “Nos guste o no la forma en la que Maduro le ha birlado el resultado electoral a la oposición, lo cierto es que el asilado González no puede asumir ninguna responsabilidad real” explica, Sugiere a los políticos españoles “asesorarse mejor y escoger sus batallas políticas y el tiempo adecuado para librarlas”. No viene mal el consejo, en nuestro país.

El inacabado legado de Araceli Mangas, bien condensado en un sitio web con acceso abierto a gran parte de sus publicaciones, sigue inspirando a generaciones de juristas y politólogos. Sería muy provechoso que los gestores públicos se acerquen más a ese corpus.

Al igual que lo hiciera tempranamente la UNC, Salamanca rindió merecido homenaje a una de sus hijas dilectas, cuyo ejemplo de “claustro vivo” encarna un modelo de servicio, excelencia, compromiso y vocación académica

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