Provinciales

A 20 años del motín en la cárcel de San Martín: ¿Qué fue de la vida de los protagonistas?

Graciela Lucientes de Funes

Fue la primera mujer en conducir el Servicio Penitenciario de Córdoba (SPC). Llegó al cargo en el año 2000 cómo una de las apuestas fuertes de un Jose Manuel de la Sota, que recién llegaba a la gobernación. De profesión psicóloga, Lucientes de Funes se había formado en gestión penitenciaria y desde la década del 70 estaba involucrada en la estructura del Servicio Penitenciario de la Provincia.

Apuntada desde siempre por la tropa de seguridad que jamás aceptó la presencia de una mujer a cargo, el motín fue su sentencia final. Cargó con la responsabilidad absoluta por el hecho y fue apartada de su cargo al día siguiente. Tras el motín se alejó para siempre de la función pública.

Hoy es titular de un Registro Nacional del Automotor en Córdoba.

Daniel Corso

El que hasta ese momento era el férreo director del penal, durante el motín fue golpeado y torturado. Corso insiste en que los días previos, su autoridad fue esmerilada y que desde el Gobierno lo dejaron expuesto.

Ese 10 de febrero, cuando comenzó la asonada en la cárcel, comandó un movimiento de salvataje de rehenes cuando ingresó con un puñado de oficiales del Servicio. Por un error, Corso y sus hombres quedaron encerrados entre pabellones y rodeados por los presos. Allí fueron reducidos, despojados de sus armas y utilizados como moneda de negociación con el Gobierno. Para Daniel Corso esas jornadas fueron un antes y después en su carrera profesional en la fuerza.

Corso fue el único funcionario investigado. Su foja llegó a reunir 500 hojas pero finalmente clausuraron su sumario y fue absuelto de responsabilidades.

Tras los hechos pasó a retiro en el Servicio Penitenciario, se mudó a Villa María y ahora ejerce como docente. Se formó en Seguridad y Ciencias Políticas. Hoy es profesor en una carrera en la Universidad Blas Pascal.

Alejo Paredes

Alejo en 2005 era el líder del ETER, el grupo de élite de la Policía de Córdoba. Paredes comandaba este grupo desde 2001. Tras el motín, logró sobrevivir a la purga de personal que hubo y continuó a cargo del cuerpo hasta 2007.

Allí empezó el cenit de su carrera. Primero fue designado como Jefe de la Policía de Córdoba, cargo que ostentó hasta diciembre del 2011 cuando pasó a retiro para ser ungido como Ministro de Seguridad de la Provincia, hasta que el narcoescándalo del 2013 se lo llevó puesto a él también.

Su último trabajo con alto perfil fue en el año 2023 como miembro del área de Seguridad en el Club Atlético Belgrano.

Gustavo Vidal Lascano

Vidal Lascano era Fiscal General de la Provincia durante el motín. Gustavo cuenta que fue el mismísimo Jose Manuel de la Sota quien lo llamó por teléfono para informarle de lo que se gestaba en el Penal de barrio San Martín. Como hombre fuerte del Ministerio Publico Fiscal, Gustavo estuvo presente durante los dos dias que duró el conflicto y comandó parte de los esfuerzos para controlar la situación. Presidió el Comité de crisis que peregrinó por varios lugares (Polideportivo Carlos Cerutti, Hospital Pediátrico y Jefatura de Policía)

Tras el motín, siguió como Fiscal General hasta 2007, cuando presentó su renuncia en medio de críticas hacia la investigación del crimen de Nora Dalmasso. Luego volvió a hacerse cargo de su fiscalía federal. En diciembre de 2023 fue designado interventor del Servicio Penitenciario de Córdoba por unos meses tras la detención de Juan María Bouvier.

Hoy ya jubilado y alejado del sistema judicial de Córdoba, dedica sus horas a brindar consultorías en temas jurídicos.

Hugo Olivo

Hugo era capellán del penal y en el momento del inicio del conflicto estaba tomando exámenes en la Universidad Católica. Raudamente partió hacia San Martín. Allí, y en medio del fragor de la balacera, fue elegido para formar parte del comité de negociadores.

Fue Hugo, quien por su cercanía con los reclusos terminó siendo pieza imprescindible para destrabar de manera pacífica el conflicto. El sacerdote era quien quizás más conocía cada rincón del Penal y a cada preso. Desde 1989 trabajaba en San Martín en proyectos educativos y en 1999 fue nombrado Capellan. Desde ese rol, los amotinados lo vieron como su carta de salvación, promesa y escudo para evitar represalias tras la rendición de la cárcel. Hugo fue el pacificador del motín.

Hugo se ordenó sacerdote, pero no tiene a cargo ninguna parroquia. Hoy, al igual que hace 20 años atrás, sigue ejerciendo la docencia universitaria y es investigador en temáticas referidas a rehabilitación social carcelaria.

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