Medicina del dolor: de qué se trata esta especialidad que busca evitar el sufrimiento y mejorar la calidad de vida
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cinco personas en el mundo padece dolor crónico de moderado a grave. Es más, una de cada tres no puede mantener un modo de vida independiente. Sin embargo, esta situación se puede revertir. “No hay que normalizar al dolor porque tiene tratamiento”, explicó a Infobae la médica neurocirujana Natalia Ayala Vázquez, miembro del Sanatorio de la Trinidad Palermo.
“El dolor involucra aspectos biopsicosociales Es decir, que no solo es dolor físico sino que además involucra aspectos psicológicos y sociales”, señaló la experta. Al tiempo que afirmó que es posible que “una persona con dolor, y en escala, este fastidiosa, triste, deprimida, ansiosa y con miedos”. Y tal es la situación que en la Carta de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, desde el 2000, se estableció que “el alivio del dolor es un derecho universal de los seres humanos”.
En ese sentido, según los últimos datos emitidos por la OMS, “se calcula, por ejemplo, que entre la mitad y las dos terceras partes de quienes sufren dolor no pueden hacer ejercicio ni dormir normalmente, además de que no siempre son capaces de desempeñar tareas caseras, conducir un auto, caminar, tener relaciones sexuales, ni participar en actividades sociales”.
Qué es el dolor
Según los expertos, “el dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable, asociada a una lesión presente o potencial, o que se describe en términos de dicha lesión”. En ese sentido, destacan que “es algo subjetivo con niveles de procesamiento cerebrales superiores”. “Es por eso que no todos sentimos el mismo dolor, depende de las experiencias previas de la persona, el contexto, las condiciones sociales y los factores cognitivos”, indicó Vázquez.
En resumidas cuentas, según la experta, “ningún dolor es igual a otro”, ya que cada individuo tiene “recursos propios internos para aliviar al dolor”. Este mecanismo es conocido como modulación descendente. “Hay determinados tratamientos que favorecen o estimulan esta modulación del dolor para disminuirlo”, afirmó.
En tanto, en contraposición, existen factores agravantes, tales como el estrés, la ansiedad y la depresión, entre otros. “Estas situaciones empeoran el dolor y el dolor empeora estas situaciones, convirtiéndose en un círculo muy difícil de sobrellevar. Esto afecta la calidad de vida no solo para el paciente, sino también del entorno familiar”, dijo y agregó: “Tienen lugar modificaciones drásticas en lo que llamamos cálida de vida, que es aquello que la gente define directamente diciendo: ‘Ya no soy quien solía ser’”.
Qué es la medicina del dolor
Como ocurre con otras ramas de la ciencia médica, existe un área específica que busca aliviar este síntoma. Denominada como medicina del dolor, esta área está “dedicada al estudio, investigación y tratamiento del dolor en todas sus formas que tiene por fin evitar el sufrimiento físico y psíquico del paciente y su entorno”, explicó Vázquez.
En ese mismo sentido se expresaron desde Mayo Clinic: “Para las personas con antecedentes médicos complicados y síndromes de dolor multidimensional, el tratamiento puede ser multifacético y requerir intervenciones complejas”.
“La gran mayoría de las consultas médicas son por dolor, cefalea, contractura, fractura, dolor por una hernia, en un brazo, abdominal, u oncológico, entre otros. Es por eso que esta rama de la medicina se dedica a clasificarlo según sus mecanismos fisiopatológicos”, señaló la experta y advirtió que, “por sus características clínicas, lo estudia, lo diagnostica y lo trata como una enfermedad en si misma”.
Según la experta, se habla de un dolor “agudo protectivo, que alerta a no continuar haciendo algo dañino para nosotros, pero “debe ser controlado y seguido para que no se desencadenen mecanismos que lo cronifiquen. Es aquí cuando se hacen conexiones más complejas y cuanto más pasa el tiempo, más largo es el proceso de tratamiento”. Asimismo, indicó que esta rama “no se contrapone a otras especialidades”.
Es por este motivo que Vázquez afirmó que, “el abordaje del dolor debe ser interdisciplinario, con un compromiso individual muy importante para generar cambios y hábitos en el estilo de vida, que van desde la nutrición, pasando por la rehabilitación y la meditación, y el ejercicio”.
La importancia de no “normalizar” el dolor
Existen muchas personas que sienten que el dolor es un compañero diario. Que es ese que va a estar siempre presente y que nunca se alejará. Sin embargo, la experta aseguró que, sin generar falsas expectativas, se puede motivar y mostrar resultados ante esta realidad. “La frustración en el tratamiento es uno de los peores enemigos de los especialistas del dolor y del dolor en sí mismo, ya que lo empeora”, advirtió la experta.
“Una persona con dolor termina ‘acostumbrándose’ y normalizando al dolor porque no sabe otras opciones. Probablemente haya consultado y quizás se haya frustrado ante algún tratamiento esperanzador. O, incluso, es posible que no haya consultado directamente porque cree que es algo intratable, relacionado con la edad o vinculado a una exigencia física del trabajo. Pero la cuestión es que no hay que normalizarlo porque el dolor tiene tratamiento”, subrayó Vázquez.
En ese tono, señaló que, gracias a los avances de la tecnología, se puede tratar y hasta controlar el dolor con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas que lo padecen. “Desde tratamientos vía oral, con medicación específica, hasta aquellos que son mínimamente invasivos o invasivos, como son bloqueos, radiofrecuencia y tratamientos regenerativos, entre otros, estas terapéuticas siguen protocolos estandarizados que se adaptan al dolor y a cada paciente”, afirmó la neurocirujana.
Y completó: “Para tratar el dolor y curarse, no solo es a través de una medicación o un procedimiento, sino que es un tratamiento interdisciplinario. Esto es un gran desafío y a veces difícil de entender en una sociedad como la nuestra, regido por lo rápido e inmediato. Es por eso que es necesario tener un alivio lo más rápido posible y motivar a nuestro paciente que viene sufriendo hace tanto tiempo”. “Se puede mejorar la calidad de vida rotundamente y en muchos, incluso casi la mayoría de casos, se puede vivir sin dolor con un esfuerzo personal y compromiso diario”, agregó.
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