Una vida entre crímenes y amenazas: la historia de Fernando Albareda
Hasta principios de diciembre, pocas horas antes del cambio de gobierno en el país, Fernando Albareda parecía haber olvidado la innumerable cantidad de amenazas que recibió.
Pero en esa fecha, en su hogar le dejaron notas que hasta incluyeron símbolos nazis y balas en la puerta.
Así lo narraba quien es hijo de Ricardo Fermín Albareda, un subcomisario de la Policía de Córdoba que militaba en el PRT y fue “desaparecido” por la dictadura cívico-militar en septiembre de 1979 luego de ser secuestrado mientras trabajaba.
En el marco de una Fuerza a la que le costó democratizarse, "siempre hubo una persecución por parte de la misma Policía hacia mi persona”, contaba hace escasos meses, para aclarar que “eso fue hace mucho; pensamos que ya era un capítulo superado pero bueno, evidentemente no; y a mucha gente le debe estar molestando mi manera de ser, mi manera de actuar”.
Las frases que dijo hace escasos ocho meses atrás a Cba24n toman mayor cuerpo ahora, con el asesinato de madre. En la casa de la mujer, en barrio Poeta Lugones de la Capital, escribieron: “Los vamos a matar a todos. Ahora vamos por tus hijos”.
Tras aquellos hechos de fines de 2023 contó que en su vida, que incluyó el juicio por el secuestro y muerte de su padre, “siempre hemos elegido el camino de la Justicia; transitarlo pacíficamente siempre, pero ellos no tienen otro método que no sea la violencia, la negación, la persecución, el amedrentamiento a través del miedo".
Fueron llamadas telefónicas, papeles en el auto o notas por debajo de a puerta, y las amenazas no cesaron durante el proceso judicial, que en 2009 terminó condenando al genocida Luciano Benjamín Menéndez y tres exintegrantes del D2: Hugo Britos, Rodolfo Campos y Armando Cejas.
Hoy, Albareda integra el Centro de Integración de Migrantes y Refugiados, que depende de Derechos Humanos de la Nación y de la Organización Internacional de Migrantes (OIM) de Córdoba, órgano dependiente de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.
En marzo pasado, la Policía de la provincia reconoció la responsabilidad del crimen de su padre, le otorgaron el "ascenso por mérito extraordinario" y aspiraba a que las charlas sobre Derechos Humanos que brindaba en la Escuela de Cadetes se formalice en la currícula de ingreso.
El cambio de época de la actualidad, también es perceptible para Albareda. Aunque ahora, la gravedad del hecho cambia el eje.
Por eso los organismos de Derechos Humanos se mantienen alerta desde que el caso tomó trascendencia.